Es un juego lucrativo de azar, único en la provincia y seguramente en toda España. Ocho bolas deciden la suerte para que gane el que las echa a rodar si se cuelan pares en la taza, o bien ganen los demás apostantes si son nones las que se cuelan. Justo antes de empezar las fiestas en honor al Santísimo Cristo de la Veracruz (sobre el 14 de septiembre), en las proximidades de la Iglesia y del Ayuntamiento, se fabrican artesanalmente con yeso y ladrillo, dos o tres Juegos de la Taza. El juego de la taza consiste en un ovalo de unos tres metros de largo por metro y medio de ancho, con inclinación desde el exterior hacia el centro, donde se coloca la taza (un hoyo de 10 cm de diámetro), franqueada por dos hendiduras, donde se cuelan las bolas al lanzarlas. Cada jugador que hace de banca, una vez que “ha casado” el dinero que tiene para jugar a los apostantes, tira las bolas a rodar y espera la suerte que le sale. Si se cuela un número de bolas pares, la banca recoge todo y sigue jugando. Si sale un número de bolas impares, los demás apostantes son los que ganan, cada uno tanto como apostó, entrando otro jugador nuevo a tirar las bolas asumiendo la banca. Es costumbre que el “tacero” (persona encargada del orden y mantenimiento del juego) reciba una propina si salen pares, y a su vez este premie al jugador que saque un elevado numero de pares seguidos con un jamón u otro regalo.